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miércoles, 9 de marzo de 2011

Apple pocket pies - Pasteles de manzana





Hace unos meses le encargué estos moldes a un amigo que fue a Estados Unidos y hasta ahora no había tenido ocasión de estrenarlos. Son una gozada: facilísimos de usar y de limpiar y salen unos pasteles preciosos. Es una pena que Williams-Sonoma no venda fuera de Estados Unidos y Canadá. Aunque bien pensado quizá sea lo mejor para mis finanzas...



Por supuesto que estos pasteles se pueden hacer sin los moldes, usando cualquier tipo de cortador grande que tengáis que os guste. Es un formato ideal para regalar, para llevar a la ofi, etc. porque son muy fáciles de transportar.



El relleno queda riquísimo, lo que sobró lo usé como guarnición de estos crêpes.



Ingredientes para la masa:


2 y 1/2 tazas de harina


1 cucharadita de sal


2 cucharadas de azúcar


226 grs de mantequilla


6 a 8 cucharadas de agua helada




Ingredientes para el relleno:


675 grs de manzanas (en neto, ya peladas y sin semillas) cortadas en cubitos de 1 cm aprox.


1/3 de taza de azúcar moreno


1 cucharadita de extracto de vainilla


1/4 de cucharadita de canela en polvo


1/8 de cucharadita de sal


1/8 de cucharadita de nuez moscada


2 cucharadas de Maizena


30 grs de mantequilla


1 y 1/2 cucharaditas de zumo de limón


125 grs de arándanos secos


1/4 de taza de azúcar


2 cucharadas de agua








Preparación de la masa



Tamizar todos los ingredientes secos y ponerlos dentro del procesador. Pulsar 2-3 veces para que se mezcle bien todo.


Añadir la mantequilla cortada en cubitos y batir hasta que la mezcla se transforme en migas gruesas. Bajar la velocidad e ir añadiendo el agua de a una cucharada hasta que se forme una bola de masa elástica pero que no se pegue a los dedos. Puede que no sea necesario añadir toda el agua, en mi caso bastaron 6 cucharadas.


Aplastar la masa ligeramente para formar un disco y refrigerar al menos un par de horas (o preparar la víspera)



Para hacer el relleno mezclamos en un bol las manzanas rociadas con el zumo de limón, los arándanos, el azúcar, la Maizena, la sal y las especias. Lo mezclamos todo bien y reservamos.


Fundimos la mantequilla en una sartén o un rondón e incorporamos la mezcla de las manzanas. Cocinamos a fuego moderado, removiendo de vez en cuando, durante 15 minutos. Las manzanas deberán quedar tiernas pero no deben llegar a deshacerse. Dejamos enfriar completamente.



Para formar los pasteles



Estiramos la masa a 3 mm de espesor y cortamos con los moldes de nuestra elección. Depositamos sobre una pieza de masa una cucharada de relleno, cubrimos con otra pieza de masa y cerramos el molde para que se selle el pastel. Si no tenemos este molde se puede hacer perfectamente con un tenedor, como si se tratara de empanadillas.



Introducimos en el horno precalentado a 180º durante 22-24 minutos, hasta que la masa esté dorada y el relleno burbujee suavemente.



Si se desea, se pueden bañar en huevo batido y espolvorear de azúcar antes de meterlos en el horno.




Fuente: Williams-Sonoma Kitchen, con modificaciones.









sábado, 27 de noviembre de 2010

Daring Bakers Noviembre 2010: Crostata de albaricoques y almendras


The 2010 November Daring Bakers’ challenge was hosted by Simona of briciole. She chose to challenge Daring Bakers’ to make pasta frolla for a crostata. She used her own experience as a source, as well as information from Pellegrino Artusi’s Science in the Kitchen and the Art of Eating Well.

Ni hecho aposta: el día anterior a la publicación de la receta de noviembre yo subí una receta de crostata que algunos recordaréis y que podéis ver pinchando aquí. La hice para participar en un concurso en el que (sniff, sniff) no gané nada, aunque fue divertido participar.
Nuestra anfitriona Simona eligió las recetas clásicas de crostata de Artusi, yo (como siempre últimamente) fui a lo rápido y utilicé mi pâte brisée fetiche, la receta de Martha Stewarte que para mí es la masa perfecta, fácil y rápida de preparar y super manejable. Si queréis ver las recetas originales pinchad aquí.
Como relleno, albaricoques y almendras con una crema de nata y huevo aromatizada con vainilla y limón. Obviamente los albaricoques no son de temporada, pertenecen a mi reserva congelada :-)



Ingredientes para un molde de 26 cm:

2 y 1/2 tazas de harina
1/2 cucharadita de sal
1/2 cucharadita de azúcar
226 gramos de mantequilla fría
1 cucharadita de ralladura de limón
1/4 a 1/2 de taza de agua helada

Para el relleno:
6 galletas tipo María
8-10 albaricoques
200 ml de nata
2 huevos
6 cucharadas de azúcar
Ralladura de medio limón
1 cucharadita de extracto de vainilla





Preparación:



Precalentar el horno a 160º.
Procesar la harina tamizada con la sal, el azúcar, la ralladura de limón y la mantequilla hasta que obtengamos migas. Añadir el agua en hilo hasta que la masa esté ligada, pero sin llegar a estar húmeda. Tiene ser elástica y despegarse del procesador con facilidad.
La dejamos reposar en el frigorífico al menos una hora. La estiramos a 3 mm y cubrimos el molde.
Esparcimos por el fondo de la masa las galletas reducidas a pan rallado. A continuación colocamos los albaricoques cortados en mitades y los bañamos con una crema que preparamos mezclando la nata con los huevos batidos, el azúcar, la vanilla y la ralladura de limón. Horneamos durante 35-40 minutos, o cuando veamos que el relleno casi no tiembla al sacudir ligeramente el molde. En ese momento lo sacamos del horno y le echamos por encima las almendras fileteadas y azúcar moreno al gusto. Llevamos al horno otros 5 minutos, o hasta que veamos que el azúcar ha caramelizado.








jueves, 25 de noviembre de 2010

Whole Kitchen propuesta dulce noviembre 2010: Pastel de piña invertido


Whole kitchen en su Propuesta Dulce para el mes de Noviembre nos invita a preparar todo un Pastel Invertido.

Este pastel es uno de mis clásicos de fondo de armario, lo he hecho millones de veces con todas las frutas posibles: plátano, melocotón, kiwi, naranja, mandarina... por eso esta vez he vuelto al clásico y he decidido prepararlo con piña.

En la foto podéis ver la receta que utilizo. El libro tiene "solamente" 45 años (y es uno de los tesoros de mi biblioteca. Está editado por el Instituto Crandon de Montevideo (Uruguay), y ha sido el libro de cocina de cabecera de muchas amas de casa uruguayas durante generaciones junto con el de la argentina Doña Petrona, que mi Madre también tenía y nunca nos arrepentiremos lo suficiente de no haber traído con nosotros a España.


Transcribo aquí la receta de Whole Kitchen, ligeramente diferente como veréis:

Ingredientes para el topping o cubierta:

60 gr. de mantequilla
80 gr. de azúcar blanca
80 gr. de azúcar morena
550 gr. de piña en almibar *
cerezas en almíbar para decorar


Para el bizcocho:

195 gr. de harina de repostería
2 cdtas. de levadura en polvo
1/4 cdta. de sal
120 gr. de mantequilla
200 gr. de azúcar
1 cdta. de extracto de vainilla
2 huevos
120 ml. de leche


* Hay que secarla muy bien y retirar el máximo posible de líquido, para que no humedezca el pastel en exceso.




Preparación:

Para un molde de unos 23 cm. Horno a 180º
Colocamos los dos tipos de azúcar y la mantequilla en una cacerola pequeña y lo cocinamos a fuego medio durante hasta que todo se haya disuelto y adquiera una textura homogénea. Seguidamente lo dejamos cocer un poco más hasta que veamos que el azúcar empieza a caramelizar, unos minutos.
Seguidamente retiramos del fuego y lo vertimos sobre el molde que vayamos a utilizar, el cual previamente habremos engrasado, colocamos encima los trozos de piña y las cerezas en el centro, o cualquier otra fruta que vayamos a utilizar, y reservamos.
En el bol de nuestra batidora eléctrica batimos la mantequilla y el azúcar hasta que nos quede esponjosa y suave, una vez obtenida esta consistencia añadimos el extracto de vainilla y seguimos batiendo, continuamos añadiendo las yemas de los huevos de una en una, batiendo bien después de cada adicción.
Mezclamos la harina, la levadura y la sal y la añadimos a la masa anterior, en tres veces, alternándola con la leche y batimos hasta incorporar todos los ingredientes.
En otro bol, batimos nuestras claras hasta montarlas y obtener una textura de pico firme.
Incorporamos las claras montadas a la masa, lo haremos en dos veces, y con la ayuda de una espátula la vamos integrando pero con cuidado de no batirlo en exceso.
Vertimos nuestra masa sobre el molde, alisamos la parte superior y la horneamos durante 50 minutos aproximadamente, o hasta que pinchemos nuestro pastel y veamos que nuestro palito sale limpio.
Una vez tengamos nuestro pastel horneado, lo sacamos del horno y lo dejamos enfriar dentro del molde, unos 10 minutos. Seguidamente lo desmoldamos y lo dejamos enfriar por completo.




lunes, 22 de noviembre de 2010

Acción de gracias (3) Pumpkin pie - Pastel de calabaza




La última de las tres verduras hermanas es la calabaza. Aunque hay muchas clases y está presente en infinidad de preparaciones, tanto dulces como saladas, la más conocida como típica de Acción de Gracias es el

Pumpkin pie - Pastel de calabaza

Pâte brisée:

1 taza + ¼ de harina de repostería
½ cucharadita de sal
1 cucharada sopera de azúcar
125 grs. de mantequilla muy fría cortada en cubitos
Entre 30 y 60 ml. de agua helada

Relleno de calabaza:

3 huevos
2 tazas de puré de calabaza
½ taza de nata
½ taza de azúcar moreno
1 cucharadita de canela
1 pedacito de jengibre fresco rallado
2 clavos de olor (yo no lo pongo)
1/2 cucharadita de sal

Preparación:

Precalentar el horno a 180º y engrasar un molde desmontable de 26cm de diámetro.
Poner en el procesador la harina, la sal y el azúcar y pulsar dos o tres veces hasta que se mezclen.
Añadir la mantequilla y batir 10-15 segundos hasta que la mezcla se asemeje a migas.
Incorporar con mucha prudencia 30 ml de agua en forma de hilo (según el clima en el que trabajemos, la marca y la calidad, la molienda y algún que otro factor, la harina absorberá más o menos líquido) sólo hasta que la masa esté uniforme y mantenga cuerpo si la pellizcamos. Si fuera necesario, añadir un poquito más de agua.
Sacar la masa del procesador y formar con ella rápidamente una bola que dejaremos reposar en la nevera 30 minutos envuelta en film de cocina.
Cuando hayan pasado los 30 minutos, espolvorear con harina la superficie de trabajo, depositamos en ella la masa y la estiramos con rodillo hasta unos 33 cm de diámetro.
Doblar la masa en cuatro para que no se rompa al trasladarla al molde que previamente habremos untado en mantequilla. Guardar los trocitos que nos sobren al nivelar el molde para hacer alguna figura decorativa que colocaremos encima del relleno. Lo típico son las hojas de arce pero yo no tenía cortadores de hojas en ese momento (la foto es de hace 3 años) Ahora sí que los tengo pero ese año no he hecho el pastel.
Refrigerar nuevamente la masa por unos 30 minutos antes de cubrirla con el relleno.

Relleno:

Batir los huevos, añadir el resto de ingredientes y batir un poco más (mejor a mano con varillas para no licuar demasiado el relleno) Si hemos preparado figuritas decorativas las colocamos encima. Antes de meter el pastel en el horno yo suelo envolver la mitad inferior del molde en papel aluminio, esto evita que el horno se ponga perdido con posibles goteos del relleno. Así limpiamos menos y nos evitamos la humareda del relleno que se quema, que incluso puede alterar el sabor y el aroma del pastel.
Estará listo en unos 30 minutos, o en su defecto cuando el relleno esté casi firme, o cuando los bordes de la masa estén tostaditos.

Se puede acompañar de nata montada endulzada con sirope de arce.

Fuente: Stephanie Jaworski, joyofbaking.com

domingo, 31 de octubre de 2010

Crostata di confettura di mele cotogne - Un gioello nel piatto


(Más abajo la versión en castellano)
Con questa ricetta partecipo al contest della mia cara Fabiana, del blog La zuppa di bottoni
(Fabiana, grazie mille di avermi incoraggiata a partecipare, e scusa se lo faccio in extremis!)
La sua proposta: condividere una ricetta che ci porti ricordi gradevoli, che ci stia a cuore o che semplicemente ci piaccia, insieme a un gioiello a cui siamo affezionate e che abbia dietro una storia.
Questa crostata è tipica dell'Uruguay, il paese dove sono nata, e che ho lasciato all'età di nove anni. L'anello che vedete nella fotografia era di Mamma. Quando siamo venuti in Spagna lei ha dovuto vendere tutti i suoi gioielli, si è tenuta soltanto un paio di anelli che indossava sempre. Quando aveva quasi finito di vendere tutto, un giorno mio Nonno vide questo anello e disse a Mamma "non lo vendere, sò quanto lo ami, te li do io i soldi." E così Mamma ha potuto conservarlo e darlo a me.
Io non ho molti gioielli ma questo ha per me un significato speciale: rappresenta l'amore e la generosità di mia Mamma e del mio Nonno, e quando lo indosso così lo sento.
E prima che mi scappi la lacrimuccia, ecco la ricetta.
Ingredienti per uno stampo da 18 cm
Per la pasta frolla:
1 + 1/4 tazze di farina
1/2 cucchiaino di sale
1/2 cucchiaino di zucchero
125 grammi di burro freddo tagliato a cubetti
1/2 cucchiaino di scorza di limone grattugiata
1/8 a 1/4 di tazza di acqua gelata
Per il ripieno:
350 gammi di confettura di mele cotogne
Preparazione:
Preriscaldare il forno a 160º.
Setacciare la farina e mescolarla con la scorza di limone, il sale e lo zucchero. Frullare il tutto insieme al burro fino ad ottenere delle briciole. A questo punto continuiamo a frullare mentre aggiungiamo l'acqua a filo, soltanto la quantità necessaria per ottenere un'impasto elastico ma non umido.
Ora lasciamo riposare l'impasto nel frigo per almeno un'ora e dopo col materello lo stendiamo ad uno spessore di 3 mm. Copriamo lo stampo, ritagliamo i bordi, riempiamo con la confettura e tagliamo delle striscine per decorare la superficie della nostra crostata.
Inforniamo per 35-40 minuti. È più buona fatta il giorno prima, ma è difficile aspettare!
Versión en castellano.
Con esta receta participo en el concurso de mi tocaya italiana, Fabiana, del blog La zuppa di bottoni. Su propuesta es compartir una receta que nos traiga recuerdos agradables, o a la que tengamos especial afecto, o que simplemente nos guste, fotografiada junto a una joya que tenga un significado especial para nosotros y contando también su historia.
Mi receta es una crostata de membrillo, y la joya es un anillo que me regaló mi Madre. Ella tuvo que vender todas sus joyas cuando dejamos Uruguay y cuando ya casi las había vendido todas, mi abuelo le dijo que no vendiera este anillo, que él le daría el dinero. Así pudo conservarlo y dármelo a mí. Por eso tiene un significado especial: representa el amor y la generosidad de mi abuelo y de mi madre, y así lo siento cuando me lo pongo.
Y ahora la receta antes de que se me caiga la lagrimilla.
Ingredientes para un molde de 18 cm
1 + 1/4 tazas de harina
1/2 cucharadita de sal
1/2 cucharadita de azúcar
125 gramos de mantequilla fría
1/2 cucharadita de ralladura de limón
1/8 a 1/4 de taza de agua helada
Para el relleno:
350 grs. de carne de membrillo
Preparación:
Precalentar el horno a 160º.
Procesar la harina tamizada con la sal, el azúcar, la ralladura de limón y la mantequilla hasta que obtengamos migas. Añadir el agua en hilo hasta que la masa esté ligada, pero sin llegar a estar húmeda. Tiene ser elástica y despegarse del procesador con facilidad.
La dejamos reposar en el frigorífico al menos una hora. La estiramos a 3 mm y cubrimos el molde. Rellenamos con la carne de membrillo, cerramos los bordes y decoramos con tiritas de la misma masa.
Horneamos durante 35-40 minutos. Está mejor hecha el día anterior, pero advierto que es difícil esperar.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Thanksgiving Pumpkin pie - Pastel de calabaza de Acción de Gracias




Un poco de historia resumida (o no tanto):

Noviembre de 1620. Unos 100 peregrinos procedentes de Inglaterra, después de una accidentada travesía en el May flower, llegan a las costas de Massachussets y allí se establecen. Fundan la colonia de Plymouth, primer asentamiento permanente de lo que sería Nueva Inglaterra.
Los peregrinos salen de Inglaterra por su desacuerdo con la relajación en las costumbres que la vida licenciosa de Enrique VIII introdujo y con la religión que éste se inventó a su medida (la anglicana) para aglutinar en su persona el poder político y el religioso, lo que le permitió, entre otras cosas, hacer y deshacer matrimonios a su conveniencia, que es la faceta más conocida de este monarca aunque no la única ni mucho menos la más destacable desde el punto de vista político.

Con una visión muy rígida de la moral y las costumbres, incluso más severa que la calvinista, los peregrinos buscan un lugar donde vivir de acuerdo con sus convicciones. Lo que encuentran al llegar es un invierno desolador, que junto con el hambre y las enfermedades les diezma haciendo que no sobrevivan más que la mitad del centenar que abandonó Inglaterra en busca de una nueva vida en una nueva tierra.

Los que sobrevivieron lo hicieron gracias a la valiosa ayuda de los indios wampanoag, con cuyo jefe, Massassoit, firmaron un acuerdo de paz.

Al año siguiente, ya establecidos y con su primera cosecha recogida, decidieron compartir sus excedentes con los wampanoag, dando lugar a lo que después sería el día de Acción de Gracias, oficializado en 1789 por el primer presidente de los Estados Unidos, George Washington.

Poco duraría ese inicial espíritu de colaboración y pacífica convivencia. Todos sabemos lo que sucedió después, cuando esa inmensa y rica tierra fue objeto de la codicia desmedida y de la crueldad despiadada de las grandes potencias.

Sospecho que los indígenas, auténticos dueños de esa tierra, despojados de ella, perseguidos, torturados y exterminados sistemáticamente, discriminados y condenados a vivir en reductos llamados “reservas” no viven ni sienten esta celebración de la misma manera.

Lo que vemos por televisión es la cara amable de esa fiesta: el desfile de Macy’s en Nueva York, los dulces, la comida familiar (pavo asado con su relleno de castañas, pan y salvia, salsa de arándanos, pastel de calabaza o de manzana…) a la que todos asisten como hacemos nosotros en Navidad, y por supuesto las compras. De hecho en USA el día de acción de gracias es el cuarto jueves de noviembre, y el viernes siguiente lo llaman el “viernes negro.” Y no por motivos macabros, sino porque es día de rebajas, con lo que los números rojos de las tiendas se convierten en números negros, es decir, consiguen unos estupendos ingresos extra.

En cambio los canadienses celebran este día el segundo lunes de octubre. Dicen que al estar más al Norte la cosecha llega antes y por eso se adelanta la celebración. Los canadienses, además, sitúan el origen de su fiesta en 1578, cuando un explorador inglés llamado Martin Forbisher llegó a Terranova y quiso dar las gracias por haber llegado sano y salvo. Sospecho que la rivalidad entre estadounidenses y canadienses por adjudicarse la “autoría” de la fiesta no acabará jamás.

Un apunte de historia familiar:

Cuando hice el pastel que veis en la foto yo estaba a punto de dar a luz a mi hija, me faltaban diez días para salir de cuentas. De hecho Acción de Gracias en 2007 fue el 22 de noviembre, y ese mismo día fue cuando ingresé en Maternidad, aunque ella no nació hasta pasada la medianoche, por tanto ya el día 23 de noviembre. Recuerdo que mientras preparaba este pastel daba interiormente las gracias una y otra vez por ella, porque fue una niña muy deseada que llegó después de años de lucha y sufrimiento, y llegó justo cuando yo ya había tirado la toalla y pensaba que ya no tendría hijos. Ahora veo esa foto y sé que el pastel tenía muchos defectos pero mi hija… ella sí que me salió perfecta! Puede que Acción de Gracias se mantenga sólo como otro invento comercial para hacer que la gente se gaste el dinero, pero a veces pienso que es bueno detenerse de vez en cuando, mirar lo que tenemos… y dar las gracias. Yo me quejo mucho (todos tenemos problemas) pero tengo muchos motivos para dar gracias, y quisiera invitaros también a vosotros a reflexionar un momento, sobre todo cuando estáis estresados y agobiados por los mil problemas del día a día. Parad un rato, respirad hondo y recordad lo bueno que os rodea. Es reconfortante.

Y ahora la receta, os la merecéis si habéis sido capaces de leer semejante parrafada (y si no también)


PASTEL DE CALABAZA

Pâte brisée:

1 taza + ¼ de harina de repostería
½ cucharadita de sal
1 cucharada sopera de azúcar
125 grs. de mantequilla muy fría cortada en cubitos
Entre 30 y 60 ml. de agua helada

Relleno de calabaza:

3 huevos
2 tazas de puré de calabaza
½ taza de nata, ya sea para montar o para cocinar, muy espesa (recomiendo la refrigerada de Mercadona)
½ taza de azúcar moreno
1 cucharadita de canela
1 pedacito de jengibre fresco rallado (yo lo compro fresco, lo rallo y lo congelo en paquetitos, así se mantiene intacto el aroma, lo prefiero al jengibre en polvo)
2-3 clavos de olor
1/2 cucharadita de sal

Preparación:

Precalentar el horno a 180º y engrasar un molde desmontable de 26cm de diámetro.

-Pâte Brisée

Poner en el procesador la harina, la sal y el azúcar y pulsar dos o tres veces hasta que se mezclen.

Añadir la mantequilla y batir 10-15 segundos hasta que la mezcla se asemeje a migas.

Incorporar con mucha prudencia 30 ml de agua en forma de hilo (según el clima en el que trabajemos, la marca y la calidad, la molienda y algún que otro factor, la harina absorberá más o menos líquido) sólo hasta que la masa esté uniforme y mantenga cuerpo si la pellizcamos. Si fuera necesario, añadir un poquito más de agua.

Sacar la masa del procesador y formar con ella rápidamente una bola que dejaremos reposar en la nevera 30 minutos envuelta en film de cocina.

Cuando hayan pasado los 30 minutos, espolvorear con harina la superficie de trabajo, depositamos en ella la masa y la estiramos con rodillo hasta unos 33 cm de diámetro.

Doblar la masa en cuatro para que no se rompa al trasladarla al molde que previamente habremos untado en mantequilla. Guardar los trocitos que nos sobren al nivelar el molde para hacer alguna figura decorativa que colocaremos encima del relleno. Lo típico son las hojas de arce pero yo no tenía cortadores de hojas en ese momento… y a decir verdad sigo sin tenerlos.
Refrigerar nuevamente la masa por unos 30 minutos antes de cubrirla con el relleno.

-Relleno

Batir los huevos, añadir el resto de ingredientes y batir un poco más (mejor a mano con varillas para no licuar demasiado el relleno) Si hemos preparado figuritas decorativas las colocamos encima. Antes de meter el pastel en el horno yo suelo envolver la mitad inferior del molde en papel aluminio, esto evita que el horno se ponga perdido con posibles goteos del relleno. Así limpiamos menos y nos evitamos la humareda del relleno que se quema, que incluso puede alterar el sabor y el aroma del pastel.

Estará listo en unos 30 minutos, o en su defecto cuando el relleno esté casi firme, o cuando los bordes de la masa estén tostaditos.

Se puede servir con nata montada endulzada con sirope de arce. Yo soy extra-golosa y a mí me resultó muy empalagosa, prefiero el pastel tal cual.

Errores que cometí:

1. Por pereza de utilizar el horno grande horneé el pastel en un mini horno, y esto puede causar el problema que se ve claramente en la foto: el calor que irradia en la parte superior es excesivo y los bordes del pastel se rompen y se queman antes de que al resto del pastel le dé tiempo a hacerse. Cuando me di cuenta los cubrí con papel aluminio pero el daño ya estaba hecho. Desde entonces utilizo muy poco el horno pequeño para tartas y pasteles, y si lo hago estoy más atenta a los bordes.


2. Nunca, nunca más en la vida volveré a incluir el clavo de olor en una receta. En esta ocasión por ser la primera vez quise respetar el original y lo usé a pesar de que es una especia que odio (probablemente la única), confiando en que su sabor y olor no se harían sentir por encima de las otras especias que me gustan tanto, canela y jengibre. Craso error. El clavo se apoderó del pastel y para mi gusto lo estropeó. Lo cuento por si me lee algún otro “clavofóbico.”