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martes, 22 de noviembre de 2011

Estofado de calabaza


La calabaza, ingrediente otoñal por excelencia, está siempre presente en las mesas en Estados Unidos en el día de Acción de Gracias y es tradicional tomarla en forma de pastel (El famoso Pumpkin Pie) o en forma de puré, o de estofado como éste que os traigo hoy. En USA se celebra esta fiesta el cuarto jueves de noviembre, es decir, dentro de dos días.
Estamos en la época ideal de las batatas y calabazas, y esta receta forma de prepararlas hará las delicias de cualquier comensal, sea o no vegetariano.
Tal y como está es exquisito, y va fenomenal para acompañar cualquier plato de carne o ave, pero si queremos convertirlo en plato único “carnívoro” unos taquitos de bacon bien dorado lo transformarán en una auténtica maravilla.
Ya sé que muchos pensarán que es absurdo prestarle tanta atención a una fiesta que no es nuestra, pero en la blogosfera celebramos todo, no? Además tengo familia en USA, de modo que me gusta dedicarle aunque sea un pensamiento a este día. Y por supuesto, dar gracias por lo bueno que me ha dado la vida, porque aunque en esta época tengo tantos problemas que estoy pensando en clasificarlos por temas o incluso por orden alfabético, no se me olvida que la vida me ha hecho el mejor regalo de todos. Este regalo cumplirá mañana 4 años y se llama Bianca. Así que gracias a la vida, gracias a Dios, a Mahoma, a Buda o a las fuerzas cósmicas del universo o a quien sea que me haya hecho este regalo, porque no sé a quién agradecérselo pero es una bendición que pensé que no recibiría y ahí está, alegrándome cada día y dando sentido a mi vida.
Si queréis ver más recetas (incluyendo el típico Pumpkin Pie) y algo de historia sobre esta festividad, en la nube de tags del pie de este blog podéis pinchar en la etiqueta “Acción de Gracias”
Y sin más os dejo pensando por qué daríais vosotros las gracias… y con la receta, claro, que no todo va a ser charla.



Ingredientes:

1 calabaza mediana-grande (Unos 4 kg de peso)
1 calabacín pequeño cortado en cubitos
30 ciruelas pasas deshuesadas
2-3 batatas peladas y cortadas en cubitos
4 cucharadas de hojas de cilantro picadas muy finas
400grs de maíz
Sal y pimienta
1 cucharada de azúcar moreno
2 cucharadas de mantequilla
400 grs de leche de coco
Canela, comino, orégano
1 cebolla grande cortada en juliana
3 dientes de ajo machacados
2 cucharadas de AOVE

Preparación:

Precalentar el horno a 200ºC. Cortarle a la calabaza la parte superior a unos 3 cm del tallo, con cuidado de que quede lo más entera y simétrica posible porque la utilizaremos como tapa. Vaciar la calabaza con mucho cuidado descartando las semillas que no vamos a utilizar. Si queréis una receta maravillosa con la que aprovecharlas, tenéis aquí esta coca maravillosa en el blog de Lolah.
Derretir la mantequilla y mezclarla con el azúcar moreno y la canela. Pincelar con esta mezcla el interior de la calabaza y de su tapa y hornear ambas juntas (una al lado de otra, sin poner la tapa encima) durante 20 minutos. Sacar del horno y reservar.
Mientras, salteamos en el aceite la cebolla y el ajo junto con las hierbas y especias. Añadimos el calabacín, la batata, la pulpa de la calabaza, el maíz y la leche de coco y cocinamos a fuego suave durante 20 minutos. Añadimos las ciruelas pasas y cocinamos otros 20 minutos.
Rellenamos con este estofado la calabaza, colocamos la tapa encima y horneamos durante 10 minutos.
Llevamos a la mesa junto con una buena hogaza de pan casero para mojar en la salsa, que queda espectacular, y esperamos tranquilamente a que nos hagan la ola.


Fuente: www.nigella.com

martes, 23 de noviembre de 2010

Acción de gracias (y 5): Pavo relleno de nueces y castañas con chutney de arándanos

Mañana es Acción de Gracias y con esta receta termino el pequeño especial que por razones familiares y sentimentales he querido dedicar a esta celebración. En un momento en que todo el mundo empieza a entregarse a la vorágine de los preparativos navideños (ehem, yo ya he comprado los regalos de Reyes y tengo varias tandas de galletas listas para hornear en el congelador) quiero que en este blog se detenga el tiempo para recrearme en los motivos que personalmente tengo para dar las gracias en un año que ha sido todo menos fácil. Y los motivos se resumen en uno solo: se llama Bianca y acaba de cumplir tres añitos. Por ella, a pesar de las muchas dificultades y problemas a los que me enfrento últimamente, aún me quedan ganas y fuerzas para darle a la vida un Gracias inmenso y emocionado.
Y lo dejo porque no son horas mi lugar para ponerse sentimentales. Vamos a lo que vamos.
Me temo que alguno se va a llevar una desilusión cuando vea que lo que he preparado no es el pavo a la manera tradicional de Acción de gracias sino un sucedáneo más sencillo. La razón es muy simple: no tengo tiempo de cocinar un pavo entero "con todos sus bereberes" (en palabras de mi tío, quien se lo come cada año preparado por mi tía, que cada año se mete en semejante berenjenal para complacerle) ni tampoco planeo un banquete de 20 comensales, así que he optado por preparar una pechuga de pavo rellena en la que estuvieran presentes los principales ingredientes que se emplean en estas fechas y esto es lo que me salió. Queda feo si digo que estaba buenísimo?
:-)
El pavo está presente desde lo que llaman "el primer festín de Acción de Gracias." Se habla de que al mismo asistieron 90 indios y se dice que se sirvieron cuatro pavos salvajes aunque esto no es seguro. Lo que sí parece indiscutible es que el pavo, por lo abundante de su presencia y la facilidad para capturarlo, fue el sustituto nacional del tradicional ganso que era el plato principal en los festines ingleses.
Y por hoy no os castigo más con rollo histórico. Aquí os dejo la receta.
Ingredientes:
1 pechuga de pavo limpia y abierta
Relleno:
200 grs de queso Philadelphia
100 grs de castañas (en crudo), cocidas y picadas gruesas (reservar algunas enteras para decorar los platos)
50 grs de nueces picadas (más algunas enteras para decorar los platos)
50 grs de pasas remojadas desde la víspera en vino amontillado y bien escurridas (va igual de bien Armagnac, Calvados o un buen Brandy de Jerez)
2 lonchas de bacon
1/2 cebolla
2 cucharadas de mantequilla
Sal
Pimienta
Nuez moscada
Costra de hierbas:
Sal en escamas
Pimienta negra
Nuez moscada
Hierbas frescas: Tomillo, romero, mejorana, cebollino
Chutney de arándanos:
200 grs de arándanos secos
8 mitades de albaricoques secos picados muy finos.
2 cucharadas de sirope de arce
1 cucharada de miel
Preparación:
Para hacer el chutney ponemos en una cazuela todos los ingredientes y llevamos a hervor suave durante 15 minutos o hasta que quede con consistencia de sirope. Reservamos.
Para preparar el relleno mezclamos suavemente queso, castañas, nueces y pasas.
Rehogamos la cebolla cortada en juliana y el bacon en la mantequilla con una pizca de sal hasta que estén dorados y los añadimos a la preparación.
Extendemos el relleno sobre la pechuga salpimentada, enrollamos y hacemos rodar sobre la mezcla de hierbas aromáticas bien triturada con la sal. Cerramos los extremos con palillos para que no se nos salga mientras marcamos en la sartén a fuego fuerte para conservar los jugos.
Retiramos los palillos, envolvemos nuestro rollo en papel aluminio bien apretado y lo horneamos unos 20 minutos de cada lado.
Servimos loncheado, acompañado del chutney y de algunas castañas y nueces enteras.



Acción de gracias (4) Otras guarniciones: Zanahorias glaseadas con sirope de arce y batatas gratinadas con mantequilla y nueces pacanas



Hoy os traigo dos guarniciones típicas de Acción de Gracias que no forman parte de las "tres hermanas" pero suelen estar presentes en la mesa.



Zanahorias glaseadas con sirope de arce



Ingredientes:



Un manojo de zanahorias

8 lonchas de bacon

12 ramitas de tomillo

Sirope de arce







Preparación:

Blanquear las zanahorias para acortar el tiempo de cocción en horno.
Forrar una placa de horno con papel sulfurizado y extender sobre ella las lonchas de bacon. A continuación las zanahorias, distribuyendo las ramitas de tomillo por encima, y por último regamos todo con sirope de arce.

Horneamos a 180º hasta que las zanahorias estén tiernas, unos 30-40 minutos. Desechamos el bacon y el tomillo y servimos bien calientes.







Batatas gratinadas con mantequilla y nueces pacanas


Ingredientes:


4 batatas grandes

50 grs de mantequilla derretida

Azúcar moreno

50 grs de nueces pacanas

Sal



Preparación:


Cocemos las batatas en microondas o en agua. Las cortamos en rodajas y las colocamos por capas en una fuente refractaria, regando cada capa con mantequilla fundida y espolvoreando de azúcar moreno nueces picadas, hasta que se nos terminen las batatas y terminando con una capa de mantequilla, azúcar y nueces. Hornear a 180º hasta que el azúcar se haya caramelizado ligeramente.







lunes, 22 de noviembre de 2010

Acción de gracias (3) Pumpkin pie - Pastel de calabaza




La última de las tres verduras hermanas es la calabaza. Aunque hay muchas clases y está presente en infinidad de preparaciones, tanto dulces como saladas, la más conocida como típica de Acción de Gracias es el

Pumpkin pie - Pastel de calabaza

Pâte brisée:

1 taza + ¼ de harina de repostería
½ cucharadita de sal
1 cucharada sopera de azúcar
125 grs. de mantequilla muy fría cortada en cubitos
Entre 30 y 60 ml. de agua helada

Relleno de calabaza:

3 huevos
2 tazas de puré de calabaza
½ taza de nata
½ taza de azúcar moreno
1 cucharadita de canela
1 pedacito de jengibre fresco rallado
2 clavos de olor (yo no lo pongo)
1/2 cucharadita de sal

Preparación:

Precalentar el horno a 180º y engrasar un molde desmontable de 26cm de diámetro.
Poner en el procesador la harina, la sal y el azúcar y pulsar dos o tres veces hasta que se mezclen.
Añadir la mantequilla y batir 10-15 segundos hasta que la mezcla se asemeje a migas.
Incorporar con mucha prudencia 30 ml de agua en forma de hilo (según el clima en el que trabajemos, la marca y la calidad, la molienda y algún que otro factor, la harina absorberá más o menos líquido) sólo hasta que la masa esté uniforme y mantenga cuerpo si la pellizcamos. Si fuera necesario, añadir un poquito más de agua.
Sacar la masa del procesador y formar con ella rápidamente una bola que dejaremos reposar en la nevera 30 minutos envuelta en film de cocina.
Cuando hayan pasado los 30 minutos, espolvorear con harina la superficie de trabajo, depositamos en ella la masa y la estiramos con rodillo hasta unos 33 cm de diámetro.
Doblar la masa en cuatro para que no se rompa al trasladarla al molde que previamente habremos untado en mantequilla. Guardar los trocitos que nos sobren al nivelar el molde para hacer alguna figura decorativa que colocaremos encima del relleno. Lo típico son las hojas de arce pero yo no tenía cortadores de hojas en ese momento (la foto es de hace 3 años) Ahora sí que los tengo pero ese año no he hecho el pastel.
Refrigerar nuevamente la masa por unos 30 minutos antes de cubrirla con el relleno.

Relleno:

Batir los huevos, añadir el resto de ingredientes y batir un poco más (mejor a mano con varillas para no licuar demasiado el relleno) Si hemos preparado figuritas decorativas las colocamos encima. Antes de meter el pastel en el horno yo suelo envolver la mitad inferior del molde en papel aluminio, esto evita que el horno se ponga perdido con posibles goteos del relleno. Así limpiamos menos y nos evitamos la humareda del relleno que se quema, que incluso puede alterar el sabor y el aroma del pastel.
Estará listo en unos 30 minutos, o en su defecto cuando el relleno esté casi firme, o cuando los bordes de la masa estén tostaditos.

Se puede acompañar de nata montada endulzada con sirope de arce.

Fuente: Stephanie Jaworski, joyofbaking.com

domingo, 21 de noviembre de 2010

Acción de gracias (2) Cazuela de judías verdes gratinadas




Como continuación a mi post anterior, en el que os explicaba el significado de la expresión india "las tres hermanas", os dejo una receta fácil y rápida para preparar con la segunda de las hermanas, la judía verde.

Cazuela de judías verdes gratinadas

Ingredientes:

500 grs de judías verdes
200 grs de guisantes
150 grs de champiñones
1 chalota
2 cucharadas soperas de harina
1 taza de leche
1 cucharada sopera de tomate deshidratado
Sal
Pimienta blanca
Nuez moscada
Queso parmesano


Preparación:

Cocemos las judías verdes y los guisantes y reservamos.
Picamos la chalota y la sofreímos en dos cucharadas soperas de mantequilla. Cuando esté dorada añadimos los champiñones y seguimos rehogando hasta que se hagan éstos. Incorporamos las judías verdes y los guisantes, sazonamos y condimentamos y les damos un par de vueltas a todas las verduras para que se mezclen los sabores. Añadimos la harina y la tostamos. Por último incorporamos la leche y removemos con cuidado hasta que se forme una crema que ligará todo a la perfección pero sin resultar "mazacote" (si fuera así, añadid un poco más de leche)

Ponemos en cazuela de barro o cerámica y espolvoreamos de queso parmesano. Servimos muy caliente.








sábado, 20 de noviembre de 2010

Acción de gracias (1) Historia de "las tres hermanas" - Crema de maíz con Cheddar y mejorana



Tkanksgiving o Acción de Gracias es una fiesta importante en Estados Unidos que aquí aún no hemos importado, aunque en vista del éxito que está teniendo Halloween en los últimos años no me sorprendería que el día menos pensado a algún espabilado se le ocurriera introducirla aquí. Cosas más raras se han visto.

El año pasado publiqué un post sobre el origen de esta celebración con la receta del pumpkin pie o pastel de calabaza. Podéis leerlo aquí.

Este año quería hacer algo más completo sobre esta fiesta y me dije a mí misma ¿Por qué no dedicarle un especial?

Así que esta semana dedicaré todos mis posts a los símbolos de esta celebración, explicando su origen y una receta de cada uno de ellos.

Empiezo por contaros la historia de las tres hermanas, algo bonito que seguramente muchos no conoceréis y que a mí me parece muy interesante. Y para no aburrir a los que no comparten mi pasión por la historia prometo ser breve.

Cuando los llamados peregrinos llegaron a América en 1620, su situación era bastante penosa. En una tierra desconocida, no estaban preparados para el frío y no tenían qué comer. No hubieran sobrevivido sin la ayuda de los indios que les enseñaron a sacar el mejor partido de la tierra, con la sabiduría adquirida durante siglos y que tan generosamente compartieron.

Y uno de los tesoros que transmitieron a los colonos fue el de las “tres hermanas”. Se trata de tres verduras que ellos cultivaban siempre juntas: el maíz, las judías verdes y la calabaza. La explicación es un ejemplo clarísimo de esa sabiduría que antes mencionaba, porque sin conocimientos científicos los indios sabían muy bien que ésta era la mejor manera de asegurarse los tres cultivos. El maíz tiene un tallo firme que hace de tutor al de las judías verdes, más flexible y frágil. Las judías verdes, por su parte, ayudan a fijar el nitrógeno presente en la tierra, tan necesario para el maíz. Y al sembrar calabaza a los pies de ambos cultivos, queda asegurada la humedad del terreno y se protegen las raíces.

Dicho esto sólo nos queda disfrutar de esta cremita que viene muy bien para los fríos del otoño.



Crema de maíz con cheddar y mejorana

Ingredientes:

4 mazorcas de maíz ya hervidas
2 tazas de leche
6 ramitas de mejorana fresca
Sal
100 grs de queso Cheddar

Preparación:

Ponemos la leche en una olla ancha y la llevamos a ebullición. Bajamos el fuego para que no se pegue y le incorporamos las ramitas de mejorana. Dejamos que hierva un par de minutos y apartamos del fuego. Dejamos reposar cinco minutos para que la mejorana suelte todo su aroma y sabor. Filtramos y volvemos a llevar al fuego incorporando las mazorcas. Las calentamos durante diez minutos para que nos resulte más fácil desgranarlas.
Trituramos los granos con la leche, añadiendo la cantidad necesaria para obtener la consistencia que nos guste (Yo le añadí una taza y media en total) Pasamos por el chino para obtener una textura limpia y fina.

Probamos de sal y servimos la crema acompañada de taquitos de Cheddar y una ramita de mejorana.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Thanksgiving Pumpkin pie - Pastel de calabaza de Acción de Gracias




Un poco de historia resumida (o no tanto):

Noviembre de 1620. Unos 100 peregrinos procedentes de Inglaterra, después de una accidentada travesía en el May flower, llegan a las costas de Massachussets y allí se establecen. Fundan la colonia de Plymouth, primer asentamiento permanente de lo que sería Nueva Inglaterra.
Los peregrinos salen de Inglaterra por su desacuerdo con la relajación en las costumbres que la vida licenciosa de Enrique VIII introdujo y con la religión que éste se inventó a su medida (la anglicana) para aglutinar en su persona el poder político y el religioso, lo que le permitió, entre otras cosas, hacer y deshacer matrimonios a su conveniencia, que es la faceta más conocida de este monarca aunque no la única ni mucho menos la más destacable desde el punto de vista político.

Con una visión muy rígida de la moral y las costumbres, incluso más severa que la calvinista, los peregrinos buscan un lugar donde vivir de acuerdo con sus convicciones. Lo que encuentran al llegar es un invierno desolador, que junto con el hambre y las enfermedades les diezma haciendo que no sobrevivan más que la mitad del centenar que abandonó Inglaterra en busca de una nueva vida en una nueva tierra.

Los que sobrevivieron lo hicieron gracias a la valiosa ayuda de los indios wampanoag, con cuyo jefe, Massassoit, firmaron un acuerdo de paz.

Al año siguiente, ya establecidos y con su primera cosecha recogida, decidieron compartir sus excedentes con los wampanoag, dando lugar a lo que después sería el día de Acción de Gracias, oficializado en 1789 por el primer presidente de los Estados Unidos, George Washington.

Poco duraría ese inicial espíritu de colaboración y pacífica convivencia. Todos sabemos lo que sucedió después, cuando esa inmensa y rica tierra fue objeto de la codicia desmedida y de la crueldad despiadada de las grandes potencias.

Sospecho que los indígenas, auténticos dueños de esa tierra, despojados de ella, perseguidos, torturados y exterminados sistemáticamente, discriminados y condenados a vivir en reductos llamados “reservas” no viven ni sienten esta celebración de la misma manera.

Lo que vemos por televisión es la cara amable de esa fiesta: el desfile de Macy’s en Nueva York, los dulces, la comida familiar (pavo asado con su relleno de castañas, pan y salvia, salsa de arándanos, pastel de calabaza o de manzana…) a la que todos asisten como hacemos nosotros en Navidad, y por supuesto las compras. De hecho en USA el día de acción de gracias es el cuarto jueves de noviembre, y el viernes siguiente lo llaman el “viernes negro.” Y no por motivos macabros, sino porque es día de rebajas, con lo que los números rojos de las tiendas se convierten en números negros, es decir, consiguen unos estupendos ingresos extra.

En cambio los canadienses celebran este día el segundo lunes de octubre. Dicen que al estar más al Norte la cosecha llega antes y por eso se adelanta la celebración. Los canadienses, además, sitúan el origen de su fiesta en 1578, cuando un explorador inglés llamado Martin Forbisher llegó a Terranova y quiso dar las gracias por haber llegado sano y salvo. Sospecho que la rivalidad entre estadounidenses y canadienses por adjudicarse la “autoría” de la fiesta no acabará jamás.

Un apunte de historia familiar:

Cuando hice el pastel que veis en la foto yo estaba a punto de dar a luz a mi hija, me faltaban diez días para salir de cuentas. De hecho Acción de Gracias en 2007 fue el 22 de noviembre, y ese mismo día fue cuando ingresé en Maternidad, aunque ella no nació hasta pasada la medianoche, por tanto ya el día 23 de noviembre. Recuerdo que mientras preparaba este pastel daba interiormente las gracias una y otra vez por ella, porque fue una niña muy deseada que llegó después de años de lucha y sufrimiento, y llegó justo cuando yo ya había tirado la toalla y pensaba que ya no tendría hijos. Ahora veo esa foto y sé que el pastel tenía muchos defectos pero mi hija… ella sí que me salió perfecta! Puede que Acción de Gracias se mantenga sólo como otro invento comercial para hacer que la gente se gaste el dinero, pero a veces pienso que es bueno detenerse de vez en cuando, mirar lo que tenemos… y dar las gracias. Yo me quejo mucho (todos tenemos problemas) pero tengo muchos motivos para dar gracias, y quisiera invitaros también a vosotros a reflexionar un momento, sobre todo cuando estáis estresados y agobiados por los mil problemas del día a día. Parad un rato, respirad hondo y recordad lo bueno que os rodea. Es reconfortante.

Y ahora la receta, os la merecéis si habéis sido capaces de leer semejante parrafada (y si no también)


PASTEL DE CALABAZA

Pâte brisée:

1 taza + ¼ de harina de repostería
½ cucharadita de sal
1 cucharada sopera de azúcar
125 grs. de mantequilla muy fría cortada en cubitos
Entre 30 y 60 ml. de agua helada

Relleno de calabaza:

3 huevos
2 tazas de puré de calabaza
½ taza de nata, ya sea para montar o para cocinar, muy espesa (recomiendo la refrigerada de Mercadona)
½ taza de azúcar moreno
1 cucharadita de canela
1 pedacito de jengibre fresco rallado (yo lo compro fresco, lo rallo y lo congelo en paquetitos, así se mantiene intacto el aroma, lo prefiero al jengibre en polvo)
2-3 clavos de olor
1/2 cucharadita de sal

Preparación:

Precalentar el horno a 180º y engrasar un molde desmontable de 26cm de diámetro.

-Pâte Brisée

Poner en el procesador la harina, la sal y el azúcar y pulsar dos o tres veces hasta que se mezclen.

Añadir la mantequilla y batir 10-15 segundos hasta que la mezcla se asemeje a migas.

Incorporar con mucha prudencia 30 ml de agua en forma de hilo (según el clima en el que trabajemos, la marca y la calidad, la molienda y algún que otro factor, la harina absorberá más o menos líquido) sólo hasta que la masa esté uniforme y mantenga cuerpo si la pellizcamos. Si fuera necesario, añadir un poquito más de agua.

Sacar la masa del procesador y formar con ella rápidamente una bola que dejaremos reposar en la nevera 30 minutos envuelta en film de cocina.

Cuando hayan pasado los 30 minutos, espolvorear con harina la superficie de trabajo, depositamos en ella la masa y la estiramos con rodillo hasta unos 33 cm de diámetro.

Doblar la masa en cuatro para que no se rompa al trasladarla al molde que previamente habremos untado en mantequilla. Guardar los trocitos que nos sobren al nivelar el molde para hacer alguna figura decorativa que colocaremos encima del relleno. Lo típico son las hojas de arce pero yo no tenía cortadores de hojas en ese momento… y a decir verdad sigo sin tenerlos.
Refrigerar nuevamente la masa por unos 30 minutos antes de cubrirla con el relleno.

-Relleno

Batir los huevos, añadir el resto de ingredientes y batir un poco más (mejor a mano con varillas para no licuar demasiado el relleno) Si hemos preparado figuritas decorativas las colocamos encima. Antes de meter el pastel en el horno yo suelo envolver la mitad inferior del molde en papel aluminio, esto evita que el horno se ponga perdido con posibles goteos del relleno. Así limpiamos menos y nos evitamos la humareda del relleno que se quema, que incluso puede alterar el sabor y el aroma del pastel.

Estará listo en unos 30 minutos, o en su defecto cuando el relleno esté casi firme, o cuando los bordes de la masa estén tostaditos.

Se puede servir con nata montada endulzada con sirope de arce. Yo soy extra-golosa y a mí me resultó muy empalagosa, prefiero el pastel tal cual.

Errores que cometí:

1. Por pereza de utilizar el horno grande horneé el pastel en un mini horno, y esto puede causar el problema que se ve claramente en la foto: el calor que irradia en la parte superior es excesivo y los bordes del pastel se rompen y se queman antes de que al resto del pastel le dé tiempo a hacerse. Cuando me di cuenta los cubrí con papel aluminio pero el daño ya estaba hecho. Desde entonces utilizo muy poco el horno pequeño para tartas y pasteles, y si lo hago estoy más atenta a los bordes.


2. Nunca, nunca más en la vida volveré a incluir el clavo de olor en una receta. En esta ocasión por ser la primera vez quise respetar el original y lo usé a pesar de que es una especia que odio (probablemente la única), confiando en que su sabor y olor no se harían sentir por encima de las otras especias que me gustan tanto, canela y jengibre. Craso error. El clavo se apoderó del pastel y para mi gusto lo estropeó. Lo cuento por si me lee algún otro “clavofóbico.”