Aquí os traigo mi primera participación en las propuestas de Film & Food de las estupendas Ingrid y Alba. Su idea de proponernos recetas relacionadas con el cine me parece un acierto, es la mezcla perfecta de dos de mis grandes pasiones.
En esta ocasión nuestras amigas se han inspirado para su propuesta en una película que me encanta, “Mi gran boda griega.”
Nia Vardalos escribió para esta película un guión con muchas notas autobiográficas, la dirigió y la protagonizó. Anteriormente ya había estado contando sus andanzas en forma de monólogo y Rita Wilson, actriz de origen griego y esposa de Tom Hanks, fue a verla en uno de esos monólogos y convenció a su marido para llevar al cine las historias de Nia.
Y por supuesto, si la peli del mes es “Mi gran boda griega”, la receta que nos proponen Ingrid y Alba también tenía que ser griega.
No he estado (por desgracia) nunca en Grecia y la suya es una gastronomía que no conozco al dedillo pero hay unos pocos platos griegos que desde hace muchos años cuento entre mis favoritos, y el que os traigo hoy es uno de ellos. La primera vez que comí unas dolmadakia fue en el año 1999 y lo recuerdo con la misma claridad que la primera vez que probé la albahaca fresca en Roma. Es de esos momentos de revelación gastronómica en los que uno parece estar flotando, envuelto en luz de los pies a la cabeza mientras se oye de fondo una música celestial. Éxtasis culinario, vaya.
Eligiendo esta receta cumplo, además, con una de las condiciones de la propuesta, planteada en forma de acertijo: teníamos que adivinar de qué fruto o planta hablaba ese acertijo e incluirlo en la receta, o mencionarlo, o poner una foto en nuestro post. Yo he elegido todas las posibilidades y por eso he preparado mi receta con la respuesta: la vid, uno de los símbolos de Dionisos, dios griego del vino (los romanos lo incluyeron en su panteón con el nombre de Baco y los mismos atributos), de la locura ritual, del éxtasis, y también era el patrón de la agricultura y el teatro. Además os presento al susodicho en la magistral representación que hizo mi pintor favorito, Michelangelo Merisi “Caravaggio”, hombre de vida breve y fascinante que no reproduzco aquí porque entonces el post se transformaría en una tesis, tal es la fascinación que siento por él y por su obra.
Como veréis, Baco aparece en el cuadro coronado con pámpanos, racimos y hojas de parra, que simbolizan los placeres de la carne, pero que tradicionalmente en Grecia tienen un significado mucho más amplio, por la vital importancia que a lo largo de los siglos ha tenido la producción del vino en Grecia. De hecho en la antigüedad incluso la moneda frecuentemente se acuñaba incluyendo este símbolo que representaba prosperidad, riqueza, etc.
Y si aún no os habéis dormido después de todo este rollo ahora viene el premio: la receta.
Dolmadakia avgolemono – Hojas de vid rellenas con salsa de limón
Ingredientes:
16 hojas de vid, frescas o en conserva (en mi caso eran frescas… y robadas. No aconsejo el método, pasé un poco de apuro pensando en la explicación que podría ofrecer al dueño de la parra si me sorprendía en tal tesitura. A mis años…)
700 grs de carne picada (es tradicional emplear cordero, pero en este caso yo usé ternera y cerdo a partes iguales)
100 grs de arroz
1 cebolla
1 cucharada de perejil picado
1 cucharada de semillas de anís trituradas
40 grs de mantequilla
2 cucharadas de AOVE
Sal
Pimienta
Para la salsa de limón:
3 huevos
1 limón
Perejil al gusto
Preparación:
Lavar cuidadosamente las hojas y hervirlas durante un minuto. Sacarlas y ponerlas a escurrir sobre un paño separadas y extendidas.
Preparamos el relleno mezclando la carne picada con el arroz, la cebolla, las semillas de anís trituradas, el perejil, el aceite y un par de cucharadas de agua.
Ir colocando montoncitos de relleno sobre cada hoja y formar paquetitos con ellas.
Colocarlas en una fuente de horno, pincelarlas con mantequilla fundida y echarles por encima una taza de agua caliente.
Poner encima de la fuente otra fuente más pequeña con peso (yo usé judías de las que tengo para las bases de quiches y pies) y cocer en horno moderado (unos 150º) durante una hora.
Cuando les falten 10 minutos preparamos la salsa.
Ponemos los huevos en un cazo y los batimos enérgicamente, añadiéndoles el zumo de limón sin dejar de batir. Poco a poco incorporamos también una taza de agua caliente y llevamos el cazo al fuego sin dejar de remover hasta que la crema haya espesado ligeramente.
Servimos de inmediato con la salsa y acompañamos con un buen vino blanco, a poder ser un Retsina para hacer los honores a este magnífico plato como se merece.
Probadlas, os aconsejo. Y no dejéis de acompañarlas con la salsa, es exquisita. Seguro que repetiréis.