The September 2010 Daring Bakers’ challenge was hosted by Mandy of “What the Fruitcake?!” Mandy challenged everyone to make Decorated Sugar Cookies based on recipes from Peggy Porschen and The Joy of Baking.
Cuando leí en qué consistía el reto de este mes no me lo podía creer: Cookies decoradas!
El tema: Septiembre, interpretado libremente por cada uno, y para mí es el mes en el que empiezo a pensar en el otoño, en el frío que espero con tantas ganas, incluso en la Navidad! Por eso decidí hacer unas galletas más bien otoñales, y dejándome llevar, también algunas que anticipan el mes de noviembre y el día de Acción de Gracias.
Llevo más de un año pensando en hacer galletas decoradas y sin decidirme nunca, siempre hay alguna otra cosa que hacer y además al no haberlas hecho nunca tenía miedo del resultado pero para ser la primera vez estoy super contenta del resultado y pienso perfeccionarlo con el tiempo aunque me va a costar mucho. Tengo un problemilla con los tendones de las manos y de los brazos que transforman la tarea de decorar, a priori tan divertida, en un auténtico suplicio de dolores y calambres pero quizá por eso valoro todavía más el resultado y aunque normalmente soy muy perfeccionista y muy exigente conmigo misma, en este caso he decidido ser más indulgente.
He pasado un año comprando montones de cortadores de galletas, colorantes, biberones, listones de madera para estirar las masas con precisión, y lo último que me faltaba eran unas boquillas extra del número 2 y algún adaptador adicional para poder decorar todo de una sentada. Las boquillas fui a comprarlas el otro día a Club Cocina. Si no habéis estado y vivís en Madrid os lo recomiendo, ese pequeño local es para nosotros los aficionados a la repostería lo que un Toys’r’us para un niño, es decir, el paraíso. También podéis comprar on-line si no vivís en Madrid u os pilla lejos.
Yo he preferido utilizar la receta de Valery Peterson y Janice Fryer, autoras de varios libros sobre decoración de galletas. Yo de momento sólo tengo uno, “Cookie Craft.” Lo conocí gracias a Trotamundos y a Bea, que hablan maravillas de él, así que se lo encargué a mi prima que vive en los USA y me trajo la edición “chula”, encuadernada en pastas duras y con un papel precioso. Es fantástico, en mi opinión es de las mejores inversiones que puede realizar alguien que quiera empezar a decorar galletas por lo sencillo y claro de sus explicaciones.
Así que vamos a la receta. Se trata de la receta básica de galletas de mantequilla (en el libro vienen, además, otras tres versiones: chocolate, frutos secos y jengibre, este último especial para la época navideña) que yo he preparado según las instrucciones y después dividido en tres partes para obtener tres sabores diferentes como explicaré después. También he empleado varias técnicas de decoración, así que como veréis, para ser la primera vez, me he complicado bastante la existencia pero me siento como un niño con zapatos nuevos (mejor dicho, como yo misma con zapatos nuevos, o no he mencionado nunca aquí mi adicción al calzado, sólo comparable a Carrie Bradshaw, el personaje que encarna Sarah Jessica Parker en “Sex and the city”?)
Bueno, a lo que vamos, dejo de enrollarme y os dejo con la receta y las explicaciones.
Ingredientes para galletas de mantequilla básicas:
3 tazas de harina
226 grs de mantequilla
1 taza de azúcar
1 pizca de sal
1 huevo
1 cucharadita de esencia de vainilla
Ralladura de un limón
Un chorrito de leche si fuera necesario para ligar la masa
Preparación:
Tamizar la harina y la sal y reservar.
En el procesador, batir a velocidad alta la mantequilla con el azúcar hasta que esté bien cremosa. Añadir el huevo, la esencia de vainilla y la ralladura de limón.
Bajar la velocidad e incorporar la harina poco a poco hasta que esté perfectamente integrada. Si fuera necesario, añadir un chorrito de leche.
Si queréis hacer las galletas coloreadas, ahora es el momento de añadir el colorante.
Yo en este punto dividí la masa en tres partes. Una la dejé tal y como estaba, a la segunda le añadí 2 cucharadas abundantes de sirope de arce y 3 cucharadas soperas de harina, y a la tercera 2 cucharadas soperas de té matcha y unas gotas de leche.
Con cada una de las tres partes el procedimiento es el mismo: se forma con cada porción una bola aplastada y se deja reposar un ratito en la nevera cubierta con film antes de ponernos a trabajar con ella (es importante sobre todo en verano porque la masa contiene mucha mantequilla y se ablanda muy rápidamente) y sólo trabajaremos con una porción a la vez, dejando las otras en la nevera mientras tanto.
Colocaremos la masa sobre una hoja de papel sulfurizado. A los lados colocaremos los listones de 5 mm (a no ser que tengáis un rodillo graduado Joseph o similar) y estiraremos hasta llegar al grosor deseado.
El tiempo de cocción varía según el tamaño de la galleta. Las más pequeñas pueden estar listas incluso en 4-5 minutos, mientras que las muy grandes pueden tardar hasta 14-15. En todo caso un indicador muy fiable es el color: cuando los bordes empiezan a dorarse ligeramente es el momento de sacarlas del horno. En ese momento tendrán un aspecto tierno, a lo mejor os parece que no están del todo hechas, pero como todas las galletas endurecen cuando se enfrían.
Al sacarlas las dejaremos un minuto o dos sobre la misma placa y después las pasaremos a rejilla para que se enfríen.
Ya tenemos listas nuestras galletas, que son, como dicen Valerie y Janice, los lienzos sobre los cuales daremos rienda suelta a nuestra creatividad. Pero antes, otro poquito de trabajo: hay que preparar la glasa.
Será de dos tipos o dos consistencias:
Una para el delineado o escritura (“piping”)
Otra para el rellenado (“flooding”)
Para piping utilizaremos:
2 tazas de azúcar glacé
3 cucharadas de claras pasteurizadas (yo no tenía pasteurizadas y usé dos claras de huevo grandes)
1 cucharada de agua tibia
1 cucharada de zumo de limón
Para fllooding los ingredientes son:
2 tazas de azúcar glacé
3 cucharadas de claras pasteurizadas
3 cucharadas de agua tibia
1 cucharada de zumo de limón
Preparación en ambos casos:
Se procesan todos los ingredientes en el robot durante cinco minutos a velocidad alta.
La consistencia final para piping debe ser como la de la pasta de dientes, y la del flooding como la nata. Cuando saquemos ambas preparaciones del procesador estarán un poco más líquidas que esto pero no hay que preocuparse porque espesan en muy poco tiempo.
Añadimos los colorantes, teniendo en cuenta que el flooding llevará un poquito más de cantidad por estar más “aguado” y no hay cantidades fijas, tendremos que ir a ojo para imitar el color lo mejor posible.
Por último rellenaremos rápidamente una manga con una boquilla del nº 2 para piping y un biberón por cada color de flooding. Una vez que tengamos todo bien dispuesto y ordenado en nuestra mesa de trabajo podemos empezar, sin olvidarnos de tener a mano tijeras, palillos de dientes, papel de cocina, trapo húmedo, y todo lo demás que vayamos a utilizar dependiendo de la técnica que hayamos elegido. En mi caso, como veréis después, azúcar moreno y chuches.
El procedimiento es simple, aunque requiere pulso y práctica. Primero delinearemos cada galleta con el color elegido, y después rellenaremos con el color correspondiente. Para esta última operación nos ayudaremos con un palillo de dientes, y siempre empezando desde el centro de la galleta para terminar en los bordes.
Galletas aromatizadas con té Matcha:
Piping verde para crear las nervaduras de las hojas
Hojas y ardillas al sirope de arce:
Piping + flooding naranja
Piping + flooding naranja + piping rojo
Piping + flooding naranja + azúcar moreno
Piping + flooding naranja + flooding rojo (mezclado con la ayuda de un palillo para crear los remolinos)
Pavos (Galletas básicas con vainilla y limón):
Piping blanco usado como pegamento para montar las galletas (Base en forma de lápida, círculo del cuerpo + círculo de la cabeza)
Piping rojo para los ojos
Piping naranja para el pico y las patas
Piping blanco usado como pegamento para fijar las chuches
En este caso las galletas utilizadas son de 3 mm de espesor en lugar de 5 mm, ya que al estar formada por dos capas era excesivo hacerlas de 5 mm cada una, y no era necesario un grosor mayor puesto que no tenían que soportar el peso de la glasa.