lunes, 27 de agosto de 2012

Clafoutis de chocolate y ciruelas rojas


 
Hay recetas que te entran por los ojos en cuanto las ves y para mí ésta es una de ellas. Este clafoutis está tan bueno como parece… O más!

 Ingredientes:

50 grs de harina de repostería

25 grs de cacao puro en polvo

75 gramos de azúcar

¼ de cucharadita de sal

1 cucharadita de extracto de vainilla

3 huevos

250 ml de nata líquida

175 gramos de chocolate de cobertura picado en trozos pequeños

3 ciruelas rojas cortadas por la mitad y deshuesadas
 

Preparación:
Precalentar el horno a 180º y engrasar un molde de 26 cm.
Mezclar en un bol la harina y el cacao tamizados, la sal y el azúcar. Mezclar bien y reservar.
Mezclar en otro bol los huevos batidos, la nata y la vainilla. Añadir esta mezcla a la de los ingredientes secos y remover hasta que esté todo perfectamente integrado. Por último incorporar el chocolate con movimientos suaves hasta que esté bien repartido.
Volcar la mezcla en el molde y distribuir por encima las ciruelas.
Hornear durante 20-25 minutos. Servir templado.
 
Fuente: Donna Hay - Seasons
 
 

jueves, 23 de agosto de 2012

Del regreso, reflexiones, intenciones y recuerdos.

Puerto de Anzio

1 El regreso.
Hola a todos, ya estoy de vuelta! Me parece mentira que ya se estén acabando las vacaciones. El lunes vuelvo al trabajo y ya estoy pensando en los próximos puentes y en cuándo cogeré los días que me he dejado pendientes, es la única forma de sobrevivir a la vuelta, verdad?
2 Reflexiones.
He echado de menos el blog y todo lo que conlleva, pero me ha venido muy bien desconectar porque además de descansar he decidido que definitivamente… no dejo el blog. Mis reflexiones al respecto durante este verano han ido más o menos así:
No tengo tiempo de leer a diario y comentar los blogs que me interesan, ni para estar al día de las novedades, ni para participar en concursos, ni en los eventos mensuales en los que antes tomaba parte. Pero haré lo que pueda y a mi ritmo porque tener este blog me aporta muchas cosas buenas a las que no estoy dispuesta a renunciar.
No tengo presupuesto de momento para hacerme con un equipo fotográfico mínimo, pero seguiré encomendándome a mi I phone y bailando la danza de la no lluvia el día que tenga que hacer fotos, porque aunque mis fotos no sean las mejores del mundo me gusta compartir las recetas que voy descubriendo y porque así las voy recopilando, cosa que estoy segura de que no haría si no me “obligara” a publicarlas en el blog.
No soy ni mucho menos la food blogger más popular, ni la de más talento e imaginación, ni por supuesto la más mediática, sobre todo porque en los últimos tiempos he estado bastante ermitaña y claro, así no te vuelves precisamente popular (Tampoco lo busco) Pero me gusta aportar mi granito de arena y voy a seguir haciéndolo en la medida de mis posibilidades.
 
3 Intenciones
Cada mes de septiembre siento como si empezara un nuevo curso, es increíble que después de tantos años sin estudiar aún siga teniendo esa sensación pero así es. Y esto es lo que me propongo hacer con mi blog de cara al nuevo curso.
Intentaré publicar una receta a la semana, y siempre que no surjan imprevistos mi día de publicacióna partir de ahora será el lunes.
Intentaré visitar y comentar más vuestros blogs pero no puedo prometer que contestaré inmediatamente los comentarios que me dejéis, así que os pido paciencia y comprensión.
He creado una página para el blog en Facebook. Así separaré los desvaríos personales de los gastronómicos. No estoy muy familiarizada con el funcionamiento pero espero irme enterando sobre la marcha. Os dejo el link, podéis seguirme pinchando en “me gusta”: http://www.facebook.com/fabsfood
 
 
 
4 Recuerdos del verano.
Este ha sido un verano extraño, con cosas positivas y también negativas. De las negativas no tengo intención de hablar aquí, porque no es el lugar apropiado y no tengo intención de recrearme en ellas, así que me centraré en las positivas, y de todas me quedo sin lugar a dudas con la semana que pasé en Italia. Llevaba dos años sin ir y me apetecía muchísimo, pero es que además mi hija se pasó todo el invierno pidiéndome que la llevara “a la playa, a casa de la tía Laura.” Así que la playa de Lavinio y la posibilidad de estar unos días con mi familia italiana fueron el sueño que me acompañó en los meses de más frío del invierno y estoy feliz de que el sueño se haya cumplido.
Algunos recordaréis que durante esa semana fue el cumpleaños de mi amiga Laura y yo iba a hacerle dos tartas para la celebración. No parecía algo difícil, verdad? Y sin embargo todo me salió al revés.
En primer lugar porque empecé a trabajar mucho más tarde de lo que pensaba. Quería haber dejado hechos los bizcochos para las dos tartas un par de días antes y también modelar todas las figuras de pasta de goma para decorarlas. Pero lo dejé todo para el último momento y no empecé hasta la tarde anterior. Mientras modelaba figuritas por la tarde pensé: “Bueno, no es tan grave, dejo las figuras listas, esta noche hago los bizcochos y mañana por la mañana monto todo.”
Pero no fue tan fácil ni tan rápido, no.
No terminé las figuras esa tarde, y no empecé a hacer las tartas hasta que se durmió mi hija, lo que ocurrió poco después de las 11 de la noche. Bajé a la cocina, me puse a la tarea y a las 12 ya tenía en el horno 3 moldes de 20 cm con bizcocho de almendras y aceite de oliva. Me dije: “Bien, esto marcha.” Y mientras se horneaban hice la masa de otro layer, éste de buttermilk al cacao.
Cuando me sonó el timer y fui a ver los primeros bizcochos me pareció que estaban algo blancuchos por encima, pero como estaban muy inflados no le di importancia, al fin y al cabo había que nivelarlos de todas maneras.
Así que los saqué, metí el bizcocho de cacao en el horno y volví a poner el timer mientras recogía la cacharrería que había ensuciado.
Cuando volvió a sonar el timer y fui a ver el bizcocho de chocolate casi me desmayo. La masa estaba exactamente igual de líquida que cuando la eché en los moldes. Sólo entonces se me encendió la bombilla y comprendí lo que había pasado. El horno era de gas. Lleva bombona. La bombona había elegido precisamente esa noche para terminarse.
Con una sospecha atroz en la mente fui corriendo a darles la vuelta a los primeros bizcochos (Sólo les había quitado el aro para que no sudaran) y la sospecha se confirmó. Crudos. Llenos de cráteres por dentro. El último gas que quedaba en la bombona bastó para inflarlos en un primer momento pero no para cocerlos del todo.
Era la una de la mañana, yo estaba exhausta y no tenía fuerzas ni siquiera para enfadarme, sólo sentía una gran frustración y unas enormes ganas de llorar, así que lo único que hice fue dejarle una nota a Laura avisándole de lo que había ocurrido para que la viese antes de irse a trabajar.
Cuando me levanté la llamé para felicitarla y se puso super triste por lo que me había pasado. Me dijo que tenía que haberla despertado para que me cambiara la bombona. Sí, claro, en eso estaba yo pensando precisamente! El caso es que se me ocurrió comprar un bizcocho hecho, aunque fuera del super, pero la solución vino de la mano de la madre de Laura, que se recorrió todas las pastelerías de la zona hasta que encontró una donde le hicieron un bizcocho en el momento. Maravilloso, esponjoso, perfumado, 28 cm de diámetro y casi 8 cm de alto. Decidí hacer con él “la” tarta, abandonando la idea de dos tartas que ya me iban a resultar imposibles de hacer. Lo corté con mucho cuidado en 3 capas (Sólo habría faltado que lo estropeara al cortarlo!), lo mojé con almíbar de cacao, lo rellené de nata aromatizada con vainilla y lo cubrí de fondant.
La idea inicial era que una tarta fuera de chocolate con buttermilk de chocolate decorada con flores, y la otra de fondant azul con una chica tomando el sol en una colchoneta. Por encima del fondant azul irían unas olas hechas en royal icing y a los lados de la tarta unas palmeras. Como no me daba tiempo a modelar tanto (Además de la tarta tenía que cocinar otras cosas para la cena) y tenía unas flores que eran parte de la decoración de la otra tarta que tenía prevista, se me ocurrió pintarrajear el fondant blanco de verde (Y cuando digo pintarrajear lo digo en el sentido literal de la expresión, puesto que me llevó unos 3 minutos) como si fuera hierba y así de paso poder usar las flores. Y éste fue el resultado. Visto en foto la verdad es bastante espantoso, juro que en vivo y a la luz del día tenía mejor aspecto, pero a mi amiga le gustó muchísimo y eso es lo que cuenta. Después de tantas dificultades, tantas prisas, agobio y frustración, lo que me pasó con el horno fue la anécdota del cumpleaños, todo el mundo se enteró, todo el mundo me preguntaba y se compadecía, y al final terminé riéndome de ello. Qué iba a hacer si no?
No os enseño la tarta entera porque he recortado el trozo con las velas para que no se vea su edad, no sea que Laura lea este post y se me enfade!
 
 
Y bueno, esto es todo de momento. El lunes empezaré a publicar recetas, hoy sólo quería saludar y desearos a los que estéis por aquí un buen fin de semana. Yo voy a ver si aprovecho estos últimos días de vacaciones para buscar un trébol de cuatro hojas que me traiga suerte para el próximo curso. Sed felices.