Hola a todos! Estoy de vuelta. Me parece
increíble que haya pasado tanto tiempo desde mi último post “verdadero”, pero
es que esta aventura que he vivido (y sigo viviendo) con mi mano entre otras
cosas me ha obligado a abandonar durante dos meses la cocina y a no acercarme a
la cámara de fotos. Llevo unas 3 semanas sin escayola y trabajando muchísimo a
diario para conseguir recuperar la fuerza y la movilidad de mi mano al cien por
cien. En este momento diría que estoy a un noventa por ciento y eso me da
ánimos para seguir siendo tan constante como hasta ahora. De los muchos
objetivos que me he planteado para este 2014 que está comenzando el primero es
conseguir que mi mano vuelva a ser casi la de antes, porque exactamente igual
ya sé que no es posible. Y aquí quisiera hacer una reflexión por si alguien se
ve reflejado y le interesa. A quien no, no tiene más que ir abajo con el ratón
y pasar directamente a la receta.
Tengo varias cicatrices en mi cuerpo. He
pasado por el quirófano más veces de las que quisiera, pero no puedo quejarme
porque nunca me han operado a corazón abierto ni nada parecido. Dos de esas
cicatrices tienen un significado importantísimo para mí. La primera es la
cesárea mediante la cual nació mi hija. No es necesario decir que es mi
cicatriz favorita. No sólo es la huella permanente e imborrable de la llegada
al mundo del ser al que más quiero y querré nunca, también está ahí para
recordarme que en la vida hay que luchar y arriesgar para conseguir lo que
quieres, y que si lo haces puedes conseguir hasta lo que parecía imposible.
La segunda cicatriz que más huella me ha
dejado es la que tengo ahora en mi mano izquierda. Y por motivos completamente
opuestos a la anterior. Porque esta cicatriz me la he ganado por torpe, por
atolondrada, por correr más de lo necesario, por tener la cabeza en cien mil
cosas a la vez y por tanto en ninguna, hasta el punto de intentar evitar que se
cayera al suelo y se rompiera un tarro de vidrio cuyo valor era ridículo.
Ridículo de forma objetiva, y ya no digamos subjetiva, si lo comparamos con lo
que vale mi mano. Necesité una operación muy dolorosa y un post-operatorio
infernal por salvar algo que no tenía ninguna importancia. Por evitar recoger dos kilos de harina que se hubieran esparcido por toda la cocina y algunos pedazos de vidrio, al final uno de esos pedazos me cortó la mano seccionándome dos tendones. Y si no hubiera sido porque
ya bastante tenía con el dolor de la mano, me hubiese dado cabezazos contra la
pared. Pero ya no tenía remedio.
Ahora, casi tres meses después del accidente,
me estoy dando el lujo de escribir este post en mi portátil a dos manos, algo
que había llegado a pensar que no podría hacer, y me siento agradecida porque
aunque me han dicho que recuperarme al cien por cien no va a ser posible yo en
cambio siento que sí, y me estoy esforzando muchísimo cada día para conseguirlo.
Eso es lo que me recuerda esta nueva cicatriz: Que no hay que pasarse el día
corriendo como locos, sólo hay que preocuparse de llegar a lo realmente
importante. El resto es secundario y no merece la pena nuestro tiempo, nuestras
energías, nuestra angustia… Y por supuesto no llegar al extremo de que afecte a
nuestra integridad física.
Por primera vez en mucho tiempo estoy
intentando realmente tomarme las cosas con calma, dejar el espacio mínimo al
estrés y a la frustración que me supone no conseguir todo lo que me propongo.
No siempre lo consigo, no me está resultando fácil, pero creo que voy por el buen camino. Y estoy
descubriendo que si te centras en una sola cosa cada vez en lugar de en
cincuenta, si intentas ser plenamente consciente de dónde estás y de qué estás
haciendo en cada momento del día, cuando llega la noche no tienes esa sensación
de haber ido corriendo a todas partes para no conseguir nada.
Y con esto termina la lección de zen barato
de hoy.
Ahora vamos a la receta, se trata de un bundt cake que para mí es parte
de mi fondo de armario desde hace unos años, lo hago siguiendo la receta de
Martha Stewart pero esta vez los he hecho en versión mini, como en su último
libro, lo que les añade un encanto especial. Perfectos para acompañar un café,
lo difícil es comerse sólo uno!
Mini bundt cakes de ron
Ingredientes para 18 unidades:
113 grs de mantequilla a
temperatura ambiente
110 grs de harina
1 cucharadita de levadura en
polvo (Levadura química, polvo de hornear, Royal de toda la vida)
1/4 cucharadita de sal
125 ml de buttermilk (Se puede sustituir por ½ cucharadita
de zumo de limón o vinagre blanco y llenamos con leche la jarra medidora hasta
completar los 125 ml. Removemos suavemente y dejamos reposar unos minutos antes
de utilizar.
2 cucharadas soperas de ron añejo
1/2 taza de azúcar moreno
¼ taza de azúcar blanquilla
2 huevos grandes
Glaseado
250 grs de azúcar glace
1-2 cucharadas de ron
1 cucharada de leche
Preparación:
Precalentar el horno a 180º.
Engrasar 3 moldes de 6 cavidades
de minibundts con spray antiadherente y reservar.
Tamizar juntos la harina, la
levadura y la sal. Reservar.
Batir en el robot o KitchenAid la
mantequilla con los dos tipos de azúcar a velocidad media-alta hasta que esté blanca
y cremosa (Unos 3 minutos) Añadir los huevos de uno en uno, batiendo bien
después de cada adición. Bajar la velocidad e incorporar la harina a la masa alternando
con el buttermilk. Siempre comenzando y finalizando con la harina.
Llenar una manga pastelera grande
con la masa y rellenar con ella los moldes. Hornear durante 18-20 minutos o
hasta que estén dorados y los bordes comiencen a desprenderse del molde.
Retirar del horno y dejar enfriar sobre rejilla, los primeros diez minutos
dentro de los moldes. Pasado este tiempo desmoldar y dejar enfriar
completamente sobre la rejilla.
Glaseado:
Tamizar el azúcar glace y
mezclarla con el ron y una cucharada de leche. Si quedara demasiado espeso
podemos añadir una cucharada más de leche. Verter el glaseado encima de los
mini bundts antes de servir.
Fuente: Martha Stewart - Cakes
8 comentarios:
Me alegro que vayas bien, al final ha costado un poco, pero ya verás como recuperas el 100% de la movilidad, con tu paciencia y tesón, seguro que será en breve!
Estos bundt cake deben de estar buenísimos, sin duda, pero es que no puedo evitar imaginar tomarlos con ese té tan rico que te tienes que haber preparado... Mmmmmhh
Un saludo y feliz lunes.
Me encantan tus recetas, no leí que te pasó, pero ANIMOS!!! necesitamos blogeras como tu para animarnos las semanas.
Carme Castro
Cuanto me alegro de que estés casi recuperada del todo y con ganas de volver a publicar. La verdad es que cualquier pequeña tontería pude cambiar nos la vida, tanto para bien como para mal. Lo importante es aprender de ellas y salir mas fuerte.
Los minia bundt son una preciosidad!
Un besazo.
Cuanto me alegro de que estés casi recuperada del todo y con ganas de volver a publicar. La verdad es que cualquier pequeña tontería pude cambiar nos la vida, tanto para bien como para mal. Lo importante es aprender de ellas y salir mas fuerte.
Los minia bundt son una preciosidad!
Un besazo.
Me alegro mucho de que tanto sufrimiento empiece a dar resultados. Me alegro de que tu mano responda. Ojalá recuperes el 100% de la movilidad.
Como se hace para vivir así? Tu dices que algunas veces lo consigues, yo no he llegado a ponerlo en práctica, a pesar de que la teoría me la se divinamente.
Espero que sigas contando y que algún día me digas que has sido capaz de llevarlo a la práctica al 100% como tu brazo.
Yo estoy dispuesta a dar el primer paso.....
Me gusta como describes la cicatriz de la cesarea, ;). Pues estoy segura de que con el ánimo que tienes tu te recuperas al 100% y mucho antes de lo que nadie hubiese dicho.
Venga, quiero muchas más recetas como esta, vale?
Un beso
Estupenda entrada, ¿nos damos una merienda? Yo estoy preparada.
Me gustan las fotos.
Un beso y bienvenida de vuelta.
¡Hola Fabi! No tenía ni idea. Espero que esté mejor y que te recuperes finalmente del todo. Mucha paciencia y poco a poco, sin forzar la mano, que seguro que te responde fenomenal. ¡Cuídate mucho! Un abrazo fuerte, Isa
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