miércoles, 29 de enero de 2014

One-pot Parma chicken





Para mí estos son días de prisa y cansancio, es lo que tiene volver a estudiar a mi edad! Y con el frío y el viento que está haciendo, se agradece un plato como éste, rápido, fácil, con pocos ingredientes pero también con mucho sabor y buena presencia. La foto fue tomada casi sin querer, no iba a publicar esta receta ni mucho menos a hacerle fotos, pero fue un par de días después de que me quitaran la escayola y al sacar la fuente del horno me pareció que había quedado bonito y fui a buscar la cámara. Con mucho miedo y mucha torpeza la saqué de su funda y sin trípode ni reflector disparé una vez y esto es lo que salió. Por eso le tengo cariño a esta foto, porque no cumple con cánones estéticos ni técnicos pero fue el reencuentro con mi cámara después de dos meses de añorarla.

Y por qué el nombre de "One-pot Parma chicken"? Pues porque así lo llaman en el libro de donde saqué la receta y porque queda más glamouroso que "Pollo con jamón serrano", que al fin y al cabo es el ingrediente estrella del plato junto con el pollo. Y aquí entre nosotros, aunque en el libro utilicen jamón de Parma, nuestro jamón serrano, incluso el más humildito, aun sin ser de Guijuelo o de Jabugo, no tienen nada que envidiarle al de Parma.

Y ésta es la receta, se hace en menos de lo que se tarda en explicarla y queda buenísima. Espero que os animéis a probarla.

One-pot Parma chicken


Ingredientes para 2 personas:

1 cucharada de AOVE o una nuez de mantequilla para engrasar la fuente de horno
3 patatas medianas
1 puerro pequeño
1 tallo de apio
2 filetes de pollo cortados en 3 trozos
Sal, pimienta negra recién molida
6 lonchas de jamón serrano cortado muy fino
100 ml de nata líquida
6 ramitas de tomillo fresco

Preparación:

Precalentar el horno a 200º
Pelar las patatas y cortarlas en gajos. Hervirlas en abundante agua con sal durante 3 minutos. Ni uno más, ni uno menos.
Untar una fuente refractaria y cubrir el fondo con los gajos de patata bien escurridos de agua. Cortar el puerro y el apio en rodajas y distribuirlo entre las patatas. Sazonar el pollo y envolver cada trozo en una loncha de jamón. Colocar los paquetitos así formados encima de todo lo demás y verter la nata alrededor (No encima de los paquetitos sino por los bordes de la fuente) Por último, colocar por encima las ramitas de tomillo.
Cocer en el horno durante unos 30 minutos, o hasta que el pollo esté bien hecho.
Servir acompañado de una buena ensalada verde... Y mucho pan para mojar la salsa porque está de vicio!

Fuente: Under the walnut tree - Anna Bergenström & Fanny Bergenström

lunes, 20 de enero de 2014

Mini bundt cakes de ron - Fabsfood reloaded



Hola a todos! Estoy de vuelta. Me parece increíble que haya pasado tanto tiempo desde mi último post “verdadero”, pero es que esta aventura que he vivido (y sigo viviendo) con mi mano entre otras cosas me ha obligado a abandonar durante dos meses la cocina y a no acercarme a la cámara de fotos. Llevo unas 3 semanas sin escayola y trabajando muchísimo a diario para conseguir recuperar la fuerza y la movilidad de mi mano al cien por cien. En este momento diría que estoy a un noventa por ciento y eso me da ánimos para seguir siendo tan constante como hasta ahora. De los muchos objetivos que me he planteado para este 2014 que está comenzando el primero es conseguir que mi mano vuelva a ser casi la de antes, porque exactamente igual ya sé que no es posible. Y aquí quisiera hacer una reflexión por si alguien se ve reflejado y le interesa. A quien no, no tiene más que ir abajo con el ratón y pasar directamente a la receta.

Tengo varias cicatrices en mi cuerpo. He pasado por el quirófano más veces de las que quisiera, pero no puedo quejarme porque nunca me han operado a corazón abierto ni nada parecido. Dos de esas cicatrices tienen un significado importantísimo para mí. La primera es la cesárea mediante la cual nació mi hija. No es necesario decir que es mi cicatriz favorita. No sólo es la huella permanente e imborrable de la llegada al mundo del ser al que más quiero y querré nunca, también está ahí para recordarme que en la vida hay que luchar y arriesgar para conseguir lo que quieres, y que si lo haces puedes conseguir hasta lo que parecía imposible.

La segunda cicatriz que más huella me ha dejado es la que tengo ahora en mi mano izquierda. Y por motivos completamente opuestos a la anterior. Porque esta cicatriz me la he ganado por torpe, por atolondrada, por correr más de lo necesario, por tener la cabeza en cien mil cosas a la vez y por tanto en ninguna, hasta el punto de intentar evitar que se cayera al suelo y se rompiera un tarro de vidrio cuyo valor era ridículo. Ridículo de forma objetiva, y ya no digamos subjetiva, si lo comparamos con lo que vale mi mano. Necesité una operación muy dolorosa y un post-operatorio infernal por salvar algo que no tenía ninguna importancia. Por evitar recoger dos kilos de harina que se hubieran esparcido por toda la cocina y algunos pedazos de vidrio, al final uno de esos pedazos me cortó la mano seccionándome dos tendones. Y si no hubiera sido porque ya bastante tenía con el dolor de la mano, me hubiese dado cabezazos contra la pared. Pero ya no tenía remedio.

Ahora, casi tres meses después del accidente, me estoy dando el lujo de escribir este post en mi portátil a dos manos, algo que había llegado a pensar que no podría hacer, y me siento agradecida porque aunque me han dicho que recuperarme al cien por cien no va a ser posible yo en cambio siento que sí, y me estoy esforzando muchísimo cada día para conseguirlo. Eso es lo que me recuerda esta nueva cicatriz: Que no hay que pasarse el día corriendo como locos, sólo hay que preocuparse de llegar a lo realmente importante. El resto es secundario y no merece la pena nuestro tiempo, nuestras energías, nuestra angustia… Y por supuesto no llegar al extremo de que afecte a nuestra integridad física.

Por primera vez en mucho tiempo estoy intentando realmente tomarme las cosas con calma, dejar el espacio mínimo al estrés y a la frustración que me supone no conseguir todo lo que me propongo. No siempre lo consigo, no me está resultando fácil, pero creo que voy por el buen camino. Y estoy descubriendo que si te centras en una sola cosa cada vez en lugar de en cincuenta, si intentas ser plenamente consciente de dónde estás y de qué estás haciendo en cada momento del día, cuando llega la noche no tienes esa sensación de haber ido corriendo a todas partes para no conseguir nada.

Y con esto termina la lección de zen barato de hoy. 

Ahora vamos a la receta, se trata de un bundt cake que para mí es parte de mi fondo de armario desde hace unos años, lo hago siguiendo la receta de Martha Stewart pero esta vez los he hecho en versión mini, como en su último libro, lo que les añade un encanto especial. Perfectos para acompañar un café, lo difícil es comerse sólo uno!

Mini bundt cakes de ron

Ingredientes para 18 unidades:

113 grs de mantequilla a temperatura ambiente
110 grs de harina
1 cucharadita de levadura en polvo (Levadura química, polvo de hornear, Royal de toda la vida)
1/4 cucharadita de sal
125 ml de  buttermilk (Se puede sustituir por ½ cucharadita de zumo de limón o vinagre blanco y llenamos con leche la jarra medidora hasta completar los 125 ml. Removemos suavemente y dejamos reposar unos minutos antes de utilizar.
2 cucharadas soperas de ron añejo
1/2 taza de azúcar moreno
¼ taza de azúcar blanquilla
2 huevos grandes

Glaseado
250 grs de azúcar glace
1-2 cucharadas de ron
1 cucharada de leche

Preparación:
Precalentar el horno a 180º.
Engrasar 3 moldes de 6 cavidades de minibundts con spray antiadherente y reservar.
Tamizar juntos la harina, la levadura y la sal. Reservar.
Batir en el robot o KitchenAid la mantequilla con los dos tipos de azúcar a velocidad media-alta hasta que esté blanca y cremosa (Unos 3 minutos) Añadir los huevos de uno en uno, batiendo bien después de cada adición. Bajar la velocidad e incorporar la harina a la masa alternando con el buttermilk. Siempre comenzando y finalizando con la harina.
Llenar una manga pastelera grande con la masa y rellenar con ella los moldes. Hornear durante 18-20 minutos o hasta que estén dorados y los bordes comiencen a desprenderse del molde. Retirar del horno y dejar enfriar sobre rejilla, los primeros diez minutos dentro de los moldes. Pasado este tiempo desmoldar y dejar enfriar completamente sobre la rejilla.
Glaseado:
Tamizar el azúcar glace y mezclarla con el ron y una cucharada de leche. Si quedara demasiado espeso podemos añadir una cucharada más de leche. Verter el glaseado encima de los mini bundts antes de servir.

Fuente: Martha Stewart - Cakes